Muchos hemos sentido en algún momento de la vida, la necesidad de abandonar nuestra forma de vivir tan prodigiosa en la ciudad y huir a una montaña lejana, donde solo habita el silencio, donde poder vivir del cultivo, del agua y el alimento necesario, como un Monje Shaolin, en paz con la madre naturaleza y la esencia humana, desprendido de todo lujo, exceso o necesidad ficticia.
El minimalismo es parecido, se trata de vivir con lo necesario, no más, no menos, no es menester vender tu Ferrari y practicar la meditación, solo debes tener en cuenta que la vida simple y alejada de los excesos y la acumulación de bienes u objetos es una vida plena y equilibrada entre tu necesidad y tu tranquilidad.
Equilibrio y Conciencia para el Minimalismo
No se trata de vivir en una casa más pequeña de lo que necesitas, o no comer la cantidad recomendada por los médicos, con la idea errada de que los excesos hacen de tu vida, algo irreal y apartado de la naturaleza instintiva y humana. Más allá de ese concepto, es vivir en plena conciencia del uso y consumo, en un mundo donde todo gira en torno al consumismo.
No debemos pensar en el dinero como una posesión que dudará más si gasto menos, debemos pensar en el dinero como un medio para alcanzar un fin, vivir una vida liviana en espíritu, trascendental y caracterizada por la serenidad y la inteligencia de las emociones, que siempre suelen ser invadidas por frustraciones banales y propias de la carne o la sociedad.
En conclusión, ser minimalista es estar en paz con lo que es necesario adquirir para tener una vida real y tranquila, sin preocuparse es como hay que vivir, al vivir así, superarás cualquier búsqueda absurda del cielo o salvación, simplemente harás de tu realidad un plano único y muy tuyo, donde nada ni nadie te afecta. Fluye amigo, por el mundo como un pez en el agua y no dañes ni te dañes.